«Mi madre me dejó ir del lado de la ventanilla, porque el viaje sería largo y ella sabía cuánto me gustaba mirar el paisaje, contar ovejas, árboles y nubes. El viaje duró seis horas. Seis horas de pensamientos, seis horas de ansiedad y también seis horas de ilusión, porque íbamos rumbo a una nueva casa, rumbo a una nueva vida.»
Los tres títulos tienen en común a la protagonista, una niña de dos colitas y rulos dueña de una personalísima voz. En esta historia (Un encuentro de palabras), viaja a la ciudad, junto con la madre, e indaga en las diferencias lingüísticas como terreno en el que se juegan tanto el extrañamiento como su inserción en el nuevo lugar donde vive. Rosanna Peveroni, La Diaria